"¿Está... está funcionando?" se preguntó Javier después de meterse la pastilla en la boca.
El chico de pecho plano se había cansado de la constante batalla por demostrar su valía. Estaba harto de ver cómo las mujeres tontas y sexys del mundo recibían todo lo que querían de manos de hombres y que las mujeres ni se planteaban salir con un chico como Javier. Había oído hablar de una droga que podía convertirlo en la estúpida barbie contra la que había crecido deseando. Ya no quería seguir luchando.
Entonces, de repente, surgió una presión dentro de su pecho. Sintió que sus pechos ardían. El ardor se extendió por todo su cuerpo, irradiando hasta su mente. No era doloroso; de hecho, era la sensación más placentera que Javi había experimentado nunca. Respiró hondo y cerró los ojos mientras el maravilloso fuego abrasaba sus pensamientos y preocupaciones, dejándolo cálido y confuso por dentro.
Abrió los ojos y vio que sus pechos habían crecido considerablemente. Su bonito top vaquero estaba siendo estirado y empujado hasta sus límites mientras las tetas de Javi se tensaban contra el material. Gritó cuando la sensación se intensificó. Respiró de nuevo cuando, inevitablemente, el top no pudo sujetar más su pecho y los botones se abrieron, liberando su enorme escote.
El miró hacia abajo y soltó una risita, con una sonrisa sexy e inocente en la cara: "¡Caramba, creo que ha funcionado!".
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