Lazos de sangre diluidos

El vino es bueno, pero no tanto. Jamie le dijo a su hermana, Olivia.

Aunque Jamie nunca admitiría que el nuevo cuerpo de Olivia le parecia guapo o atractivo, Olivia estaba decidida a hacer que se rompiera. "Querida, vas por tu tercera copa de vino. Debes sentirte un poco relajada". Ella dijo y él sonrió: "Puede que esté borracha, nena. Pero no soy estúpida. Lo que pasó antes fue una casualidad, estaba en una posición comprometida". Él le respondió y ella se rió de él: "Hacerme una mamada no era una posición comprometida. Tus labios estaban ansiosos, cariño". Ella le recordó y él tragó saliva.

"Ni se te ocurra, guapo". Jamie le contestó antes de darse cuenta de lo que acababa de llamarla: "¿Guapo? Parece que alguien no es tan frígido después de todo". Olivia se rió de nuevo y Jamie sintió que su cara se ponía roja. Ambos hermanos tenían una relación extraña antes, pero esto llevaba las cosas a un nuevo nivel al encontrarse jugando a ser marido y mujer. "Mira, es que no me siento con ganas". Le dijo al notar que ella le miraba el pecho, "¿Estás segura? Definitivamente pareces indeciso". Le dijo Olivia.

Había un poco de vacilación y Jamie se encontraba excitado cada vez que Olivia miraba su cuerpo desnudo. Aunque no admitiría que alguna vez se sintiera atraído por un hombre (y mucho menos por su propia hermana en el cuerpo de un hombre), no era muy sutil para ocultar sus verdaderos sentimientos. Fue entonces cuando sintió que unas manos ásperas tomaban sus dos pechos y los masajeaban mientras se mordía el labio inferior para contener cualquier gemido. "No somos parientes en estos cuerpos. Lo que tú quieres hacer, lo que yo quiero hacer es completamente natural". Olivia le susurró al oído.

Jamie quiso resistirse, pero Olivia se aseguró de que no pudiera. En algún momento fue un hombre, pero ella se aseguró de que se diera cuenta de que eso ya no era así. Algo que lo perturbaba y excitaba al mismo tiempo.